lunes, julio 12

CONCLUSIÓN FINAL

No podemos despedirnos de Sudáfrica 2010 sin analizar acaso las conclusiones que nos dejó una copa del mundo, que como varios pensábamos, no sería una más en la historia. La incertidumbre de con qué se encontraría el planeta entero ante un país que llegó a la inauguración con lo justo, con tantos problemas para cumplir los requisitos impuestos por la FIFA, era una preocupación para el gigantesco negocio en que se ha transformado esta competición. Desde la organización no fue perfecto, hubo algunas fallas tanto en lo estrictamente futbolístico como en lo habitacional. Se puede mencionar desde el mal estado de los campos de juego, pasando por los problemas técnicos que sufrieron muchos para poder transmitir y comunicarse, el caos en el transito, hasta la gran pobreza que fue imposible de tapar. Dichos aspectos no opacaron la amabilidad y el esfuerzo de toda una población para llegar a estar a un primer nivel. Sudáfrica estuvo a la altura de las circunstancias para organizar un mundial que representaba a un continente entero. Las consecuencias, positivas o negativas para la propia nación, se sabrán ahora finalizado todo, cuando el mundo se olvide un poco de ellos.

En lo que fue el futbol propiamente dicho, no se vió nada distinto a lo que se preveía. Hubo selecciones de gran nivel como desastrosas, estuvieron los que quisieron jugar y los que en su campo esperaron los errores del rival, contrastaron los habilidosos con los laburantes y con los que le peso semejante presión. ¿Acaso no es lo que se ve también en los clubes?
La decepción seguramente estuvo en las estrellas, en los máximos exponentes de este deporte que en mayor en menor medida, que por distintas razones, brillaron por su ausencia. Rooney, Ronaldo, Kaká (no llego al 100%) o Messi si se quiere, el cual fue junto con la Argentina de mayor a menor, terminaron mirando desde sus hogares cómo grandes jugadores no tan promocionados se llevaron todos los aplausos. Quién hubiera pensado que Forlán sería balón de oro o Müeller goleador del torneo.
Esto sin duda no deja otra lectura que las individualidades solas no llevan más a nadie a la gloria. La gran habilidad debe ser un aporte a un “todo” bien solido y en pleno funcionamiento. La modernidad parece haber eliminado a aquel que en algún momento te ganaba los partidos en soledad.

En cuanto al rendimiento de las diversas selecciones quizá el mayor fracaso estuvo en Brasil, uno de los máximos candidatos que terminó eliminado por un gran conjunto que pocos tenían en los planes. De Inglaterra se esperaba mucho más de lo poquísimo que finalmente mostró. Argentina no llegó de la mejor manera, pues al fin y al cabo era lógico el resultado final. Francia fue la vergüenza de la Copa Mundial, bastante racional en base a su entrenador. Los países sudamericanos expusieron su evolución en los últimos años con respecto al resto del planeta.
España fue el mejor, simulando al Barca de Guardiola, raramente fue de los pocos que cumplieron ganando la dorada su chapa de candidato y de mejor del mundo.
Un par de goles menos que en Alemania 2006 nos dicen lo terriblemente táctico y parejo que se está volviendo todo, como así también el miedo a perder de jugadores y técnicos.

España fue el primer campeón que gana todos los partidos de la segunda fase por 1-0, el único en perder en su debut e igual alzarse con la copa, y el que menos goles hizo y recibió. Argentina subió de la sexta posición hace 4 años a la quinta hoy. Europa tiene 10 copas ganadas y América 9, etc., etc. Puros datos y números que quedan para la estadística, pues a la roja no habrá nada que lo discuta como el mejor equipo y a la albiceleste nada lo sacará de la decepción de quedarse afuera nuevamente en cuartos de final.

Como negativo otra vez el pobrísimo nivel de los árbitros. Si se supone que son los mejores cómo será el resto. Hasta en la final se tuvo que soportar cómo los errores se cometieron una y otra vez, muchas veces arruinando el desarrollo del juego, la paridad de los equipos y las posibilidades de países que vieron como sus esperanzas fueron casi robadas por ternas desastrosas. Lo bueno es que ya no se puede tapar más la inserción de la tecnología en el futbol. Tendrá que usarse de una vez y dotar con algo de justicia los fallos. Aunque a veces parezca que no es suficiente.

La rareza de la que tuvo dotado por momentos este mundial se clarificó en los protagonistas que finalmente no fueron los que nadie se podía imaginar. Desde una pelota que pareció por momentos de juguete, que sumada al poco de altura y el estado del césped, se hizo para algunos una pesadilla, pasando por una modelo paraguaya de la que se habló hasta el cansancio (hasta más que del propio equipo del tata Martino) y terminando en un pulpo que se recibió como el maestro de la adivinanza, retirándose hoy de las predicciones con toda la gloria encima (lo más curioso es que siempre eligió al país que hacía las veces de visitante), Sudáfrica 2010 dejó conclusiones más que extrañas.

Se acabó el mundial y como suele suceder cada vez que el evento supremo para cualquier futbolero llega a su fin, una especie de depresión post Copa del mundo nos invade. La transición de volver de a poco a nuestro diezmado futbol argentino, de interesarnos nuevamente en otros deportes como el caso del básquet o hockey, quienes también celebraran sus mundiales este año, irán insertándose lentamente en nosotros hasta volver a una normalidad que cuando menos nos demos cuenta comenzará a pensar en Brasil 2014.

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